jueves, 28 de febrero de 2013

Entre angustias y penas


Entre tantas angustias y penas, entre tantas amarguras y desilusiones, el frio paisaje que vive a mi lado son reflejos sólidos detrás de la transparencia, la lluvia solo deja ingresar un débil resplandor del día, como esperar a que las hojas puedan extenderse y tomar el calor del pálido invierno, será que Dios busca en nosotros momentos de reflexión, si la única forma de estar desconectado es con una taza de café bien caliente en mano, en un día gris que observas tras tu ventana. Solo entenderás que en la vida buscas como abrigarte, como aprender a que existe un presente nostálgico, un tiempo para reflexionar, para arruinarte el cerebro con una pisca de depresión, adornando tus ideas y tus ánimos. Dame tú olvido, dame tu tiempo de desgano, cúrsame la carta de tu soledad, puede que sea muy tarde y la noche desvaneció la transparencia del día, solo hay pequeñas luces que se mueven de un lugar a otro, como luciérnagas en filas que va de ida y vuelta, y no precisamente en el cielo. Cierro mis ojos e increíblemente diviso en mi mente una nube de imaginaciones y una sonrisa me hace creer que existen mejores lugares donde encaminar a los sentimientos que muchas veces son desconectados por la mente, para darle vida a mi corazón, pero sigue pasando el tiempo y siento que mi madre me toma del hombro pensando que mi cansancio pudo más que una entretenida serie de televisión, si claro, como si pudiera recordar lo que desprendía en la pantalla de aquel aparato. Nada detiene a la extraña sensación de volver a las angustias, amarguras y desilusiones, el abrir nuevamente mis ojos y desprender una incómoda reacción que hace que te sientas vacio, apagas y cierras el telón.

Me voy, es hora de tomar una decisión, mi vida recorrió cada minuto mientras respiraba ternura y pasión, y así como cada cosa toma su tiempo y su lugar, hoy ya es otro momento, no hay pasado, no hay alegría, ni mucho menos tristeza. ¿Regresar?, ¿a dónde? no sabría, la verdad, no lo pensé, no es algo que pueda o deba intentarlo, los veranos no regresan, solo va de un lugar a otro y si darse cuenta esta nuevamente donde empezó. Que hace viejo a un hombre, pues el cansancio de aprender a vivir, la experiencia va marcando su rostro y sus manos, pero lo que nunca cambia es su sonrisa, lo cual nos hace vernos como a un niño.

Alberto.